La iglesia de San Matías, de tapial, ladrillo y traza mudéjar, cuenta con un magnífico artesonado. El retablo mayor está presidido por una hornacina con el santo titular y un tríptico del s.XVI.
A 62 kilómetros de Valladolid, incluido dentro de la ruta que por el sudoeste de la provincia recorre estas tierras del mudéjar, vamos a encontrarnos, con un pueblo donde el ladrillo ha sido y es un material muy utilizado, no sólo en sus casas, que se intercalan con alguna de adobe, sino también en su mejor edificio, la iglesia.
La iglesia está dedicada a San Matías, data del siglo XVI y nos muestra un claro estilo mudéjar. Al exterior se puede distinguir un ábside cuadrangular, con arquería ciega y una torre cuadrada adosada a él. Su interior se dispone bajo tres naves donde la central se cubre con bóveda de arista y yeserías barrocas, mientras que las laterales tienen cañón con lunetos. La capilla se cubre con una bonita cúpula vaída. A los pies destaca un impresionante coro con un rico artesonado, y en el altar mayor, sobre una hornacina, la figura de San Matías, además de un maravilloso tríptico del siglo XVI. Puede ser visitada contactando con el Ayuntamiento.
Las fiestas, como no podía ser menos, están dedicadas a San Matías. Después, el 29 de septiembre, honran a San Miguel, y en este caso, las verbenas, los encierros, las vaquillas y los diversos juegos como la calva o la pelota mano, completan el cartel de festejos.